i) Mercados
La mayoría de
los países MA tiene una infraestructura rural rudimentaria, en la que a menudo
la agricultura de subsistencia predomina entre las actividades agrícolas. Las
dificultades o la falta de acceso a los mercados es una característica
compartida por la mayoría de estos países. Incluso cuando existen mercados
rurales, éstos son notablemente imperfectos, y cuando no existen, los
agricultores tienen dificultades para vender sus productos y garantizar la
seguridad alimentaria de sus familias. Por consiguiente, con frecuencia el
desarrollo de estos mercados rurales es un requisito inicial. Las dificultades
a las que se ha hecho referencia en relación con el funcionamiento de los
mercados de productos básicos son la lejanía de los productores con respecto a
los mercados, la mala calidad de los productos, los altos costos de transporte
(debido a los elevados precios de la energía y el carácter rudimentario de la
infraestructura), la falta de competencia entre comerciantes y la mala
organización de los productores, la falta de información sobre las condiciones
de los mercados, la falta de reglas claras de mercado y su deficiente
aplicación, y las acusadas fluctuaciones de precios durante el año.
ii) Servicios
financieros rurales
En las zonas
rurales, los servicios financieros a menudo están muy poco desarrollados. La
canalización de créditos a interés reducido por conducto de los bancos
estatales de fomento agrario se caracterizó por las bajas tasas de reembolso,
la deficiente orientación y la reducida eficacia en el manejo y gestión de los
créditos, por lo que la cobertura y sostenibilidad fueron limitadas. A menudo,
los créditos subvencionados se han empleado de manera incorrecta y se han
destinado a la introducción de paquetes tecnológicos que no se adaptaban a los
sistemas de explotación agrícola locales y que carecían de una demanda real. La
deficiente evaluación de las posibilidades de comercialización y de la
rentabilidad, y la limitada capacidad de reembolso por parte de los prestatarios,
a menudo explican los numerosos casos de incumplimiento del reembolso de los
préstamos, que las periódicas exoneraciones del pago de la deuda preconizadas
por presión política reforzaron.
En cambio,
los bancos comerciales privados exigen tipos de interés elevados, especialmente
a los pequeños agricultores de las regiones con baja densidad demográfica. Este
costo ya elevado para la obtención de créditos aumenta aún más debido a la inestabilidad
del entorno macroeconómico que, entre otras cosas, trae consigo elevadas tasas
anuales de inflación. Además, el escaso desarrollo de la infraestructura rural
y los sistemas de comunicación, la ineficacia de los servicios de extensión y
las inadecuadas políticas macroeconómicas y sectoriales aumentan los costos de
los insumos y de comercialización, y por tanto reducen en mayor medida la
rentabilidad de la agricultura. Los vínculos entre los agricultores y los
comerciantes y otros arreglos con empresas de la cadena agroindustrial, como la
agricultura de contrato, pueden contribuir a superar muchas de estas
limitaciones.
Las
experiencias con las instituciones de microfinanciación destacan la importancia
decisiva de la orientación del cliente en la prestación de servicios
financieros y la aplicación de tasas de interés comerciales que cubran todos
los costos del préstamo. Al parecer, las personas pobres prefieren disponer de
una financiación segura y oportuna de créditos, incluso a costos más elevados,
que de un suministro extemporáneo y burocrático de créditos subvencionados
vinculados a determinados usos.
Sin embargo,
la índole específica de la agricultura, como la demanda estacional de créditos
para cultivos anuales y los elevados riesgos, reducen la importancia de las
instituciones de microfinanciación actuales y de sus métodos de concesión de
préstamo en la financiación de las necesidades de inversión estacional y en la
finca de los pequeños agricultores.
iii)
Disponibilidad de insumos agrícolas
La
información reunida a través de los proyectos del Programa especial para la
seguridad alimentaria (PESA) de la FAO en 22 países de bajos ingresos y con
déficit de alimentos (PBIDA) muestra que un problema muy importante a que hacen
frente los agricultores es la imposibilidad de conseguir fertilizantes y
productos agroquímicos, y a menudo piensos, en el momento oportuno o en las
cantidades requeridas. Esta limitación se vincula en gran parte con la falta de
crédito, las dificultades para conseguir divisas, el carácter estacional de las
necesidades de insumos agrícolas, la dispersión espacial de los agricultores,
la deficiente infraestructura de transporte y, a veces, la ineficacia en
materia de comercialización y gestión de las empresas estatales encargadas del
suministro y la comercialización de insumos por un solo canal.
Además, según
algunas informaciones, tampoco disponen de cantidades suficientes de semillas
de calidad, en especial en el África y Asia. El sistema no estructurado de
suministro de semillas es la principal fuente de semillas o material de
plantación para los agricultores de escasos recursos de las zonas marginales, y
ha demostrado que funciona mejor ante una situación de catástrofe que el sector
estructurado. No obstante ello, los encargados de la formulación de políticas
lamentablemente han prestado muy poca atención y apoyo financiero al sector no
estructurado de suministro de semillas, para perjuicio de los pequeños
agricultores. Por consiguiente, si no se refuerzan los sistemas de suministros
de semillas en los países en desarrollo, las posibilidades de realizar
transferencias de tecnologías para mejorar la productividad agrícola y, por
tanto, los medios de subsistencia y el bienestar de los hogares pobres y
vulnerables en las comunidades rurales serán muy escasas o nulas. En algunos
países, se ha manifestado inquietud por el hecho de que la base genética de
algunos cereales se ha reducido demasiado, en especial porque a las variedades
locales se les ha atribuido menos importancia o se las ha eliminado. En algunos
casos, también se ha informado de la falta de razas mejoradas de animales y la
insuficiencia de instalaciones para el tratamiento del ganado.
Otra
limitación institucional es el uso y distribución ineficaces del agua, que
suele imputarse a la mala gestión de los sistemas de riego y a los inadecuados
arreglos para el reparto del agua, que dan lugar a una distribución desigual y
extemporánea de este recurso entre los agricultores. En muchos países MA, la
gestión de los sistemas de riego y la distribución del agua está bajo el
control público. Las asociaciones de agricultores muy pocas veces participan en
el diseño de los sistemas de distribución y en el mantenimiento de la red, o
son demasiado débiles para contribuir a dicha tarea. Las necesidades de agua de
los agricultores deben examinarse teniendo en cuenta tanto las exigencias de
los hogares como las de la producción para la exportación, dado que la
utilización que se haga de este recurso influye en la calidad de la vida de los
hombres y las mujeres y de sus comunidades.
iv)
Investigación y extensión agrícolas
En la mayoría
de los países MA, la capacidad institucional en materia de investigación y
extensión es insuficiente. Como consecuencia, la tecnología disponible no está
suficientemente adaptada a las condiciones locales y los resultados de la
investigación no proponen una variedad de soluciones tecnológicas adaptadas a
la diversidad de las condiciones socioeconómicas y agroecológicas existentes en
el país, como las diferentes necesidades técnicas de los agricultores de sexo
masculino y femenino. A menudo se menciona la falta de opciones tecnológicas
como una limitación para el fomento del riego (por ejemplo, diferentes modelos
de bombas para el riego que respondan a las necesidades de diferentes
usuarios). Cuando se dispone de tecnología desarrollada por la investigación,
varias dificultades obstaculizan su difusión, como el deficiente funcionamiento
de los servicios de extensión y capacitación que no están necesariamente
orientados hacia los usuarios adecuados.
www.fao.org
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